En el post anterior, os invitamos a cuidar un poco más la piel de cara al verano. Y una de las cosas de las que debemos estar alertas, no sólo en verano, durante todo el año, es de los lunares, de sus cambios y alteraciones, para la Prevención de Melanomas. Por eso hoy el post os vamos a indicar cuando debemos preocuparnos por ellos.
Un lunar, es una acumulación de melanocitos que aparecen en cualquier parte de nuestro cuerpo y pueden ser de diversa apariencia, textura, tamaño y color.
El número de lunares en cada persona es distinto y pueden ir apareciendo hasta alrededor de los 35 años. En la gran mayoría de los casos, suelen ser benignos, pero en alguna ocasión, se pueden transformar en lunares malignos o melanomas. La probabilidad de que un lunar llegue a ser malo es muy baja tanto en hombres como en mujeres, sin embargo, tenemos que estar alerta y observarlos continuamente para ver si sufren alguna alteración.
¿Cuándo debemos inquietarnos por su aspecto?
Si los lunares tienen formas simétricas, el color es uniforme y los bordes son regulares ¡No debemos preocuparnos!
Pero debemos acudir a un especialista si:
– Los bordes son irregulares.
– Hay sangrados.
– El tamaño ha aumentado considerablemente.
– Presenta varios colores.
– Produce secreciones.
– La zona de alrededor tiene alteraciones.
– Pican, duelen y arden
¿Cuál sería el siguiente paso?
El especialista, realizaría una biopsia del lunar. El tratamiento dependerá mucho del grado de avanzado que esté. Si es incipiente, en general, con la extracción de la lesión será suficiente. Si por el contrario, su estado es avanzado, se deberá realizar una cirugía mayor para ver el daño causado incluso, ocasionalmente, se deberá someter a un proceso de quimioterapia o radioterapia.
Para no llegar hasta este punto, no hay nada mejor que el diagnóstico precoz. Estar alerta de todos los cambios que se puedan producir y tener especialmente cuidado las personas blancas o con antecedentes familiares de melanoma.